Si a ustedes no les gustan las clases en línea, imagínense a los profesores que han dedicado su vida a SER PRESENCIA en la vida de sus alumnos y de la noche a la mañana se volvieron VIRTUALES. No es lo que enseñan, es el cariño con el que miran, escuchan, abrazan, consuelan, orientan, contienen e inspiran a sus alumnos. Eso no se puede lograr en línea. Al profesor seguro le gustan tan poco o menos que a ti las clases en línea, solo que en este tiempo, es la condición para recibir un sueldo, o parte de él.

 

Sean cuidadosos con sus palabras, muchos maestros están empeñando toda su atención en entender y dominar los aspectos técnicos, y queda poco margen para ser creativo, innovador y espontáneo en las primeras sesiones, denles tiempo y seguro les sorprenderán, porque así son las y los docentes. Sean pacientes, sean empáticos y propongan en lugar de desacreditar. Pararse frente a una cámara no es fácil para todos, es como trabajar a diario en clase pública porque el juicio de los alumnos es muy diferente que el de sus padres.

Detrás de cada minuto de clase en línea, hay al menos una hora de trabajo. Acondicionando la sala, la pieza o el patio, haciendo material, acomodando el teléfono con un cojín, una maceta o hasta una pieza de pan que andaba por ahí y sirvió de trípode. Cada video logrado, llega después de repetir tres veces la misma clase, descartando los anteriores porque tartamudeó, dudó o dijo dentro y era fuera.

 

Todos estamos dando el 200% para recibir el 50%. El tiempo actual no es fácil para nadie, y todos necesitamos de todos. Los maestros necesitan de sus alumnos y de ustedes para sentirse fuertes. No los dejen solos.

 

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